
Óscar Puente, portavoz del PSOE y alcalde de Valladolid / EFE
La maldición de "Rodalies"
Este lunes empieza, en teoría, una huelga de los trabajadores de RENFE adscritos al servicio de cercanías en Cataluña, que funciona de pena desde hace tiempo, contribuyendo a todo tipo de conflictos entre la Generalitat y el gobierno central.
El pueblo llano, además, está que trina porque las cosas van de mal en peor, la gente llega tarde al curro por los retrasos, la catenaria se estropea cada dos por tres y el servicio, en fin, va manga por hombro. La administración catalana insiste en que se le transfieran las competencias necesarias para hacerse cargo de Rodalies, y la española no dice ni que sí ni que no, sino todo lo contrario.
Evidentemente, la cesión de competencias no implica que las cosas mejoren, pero para los nacionalistas es una manera de marcar paquete y de contribuir a que la presencia del estado en Cataluña vaya disminuyendo paulatinamente, como lo de colocar a los Mossos d'Esquadra en inmigración. El gobierno llegó a alguna clase de acuerdo con ERC, pero ahora parece que tiene otras ideas. En cualquier caso, a partir de mañana lunes, huelga.
El problema de las cercanías catalanas lo debería solucionar, teóricamente, el ministro de Transportes, Óscar Puente (Valladolid, 1968), quien no se distingue precisamente por solucionar nada, siendo más eficaz para generar conflictos que para arreglarlos. El tipo tiene la sutileza de un perro de presa con muy poca correa y, en caso de desavenencia, es más dado a enviar al carajo a quien tiene delante que a intentar cualquier tipo de acuerdo. Su principal virtud política es una fidelidad perruna a su jefe (o su amo, según se mire), Pedro Sánchez, a quien rebautizó como El puto amo porque sabía inglés, lo cual le permitía, según él, pasearse por Europa con la cabeza bien alta y recibiendo todo tipo de parabienes de sus iguales.
El señor Puente tiene un problema añadido para arreglar el sindiós de Rodalies. Y es que las cercanías catalanas no han funcionado bien nunca. Andamos flojos de memoria y tenemos la tendencia (todos) a considerar que lo de los últimos años es una anomalía, pero yo les juro que no, que Rodalies ya era un desastre cuando yo era pequeño y veraneaba en el Maresme: les aseguro que los retrasos y las caídas de la catenaria (que yo ni sabía lo que era) eran constantes a mediados de los años 60 del pasado siglo. Es como si Cercanías fuese víctima de una maldición (no sé si gitana o paya).
Entre eso y la ineptitud del señor Puente para todo lo que no sea hacerle la pelota el jefe, dudo mucho que el problema se vaya a solucionar en breve, tanto si se encarga de él la administración central como la autonómica. Lo de Rodalies tiene un punto paranormal, créanme.