
Carlos Gallardo Piqué, consdejero delegado de Almirall
Almirall ha logrado dejar atrás unos años especialmente complicados. Sus cuentas de 2024 han confirmado el regreso de los beneficios que se atisbaba en los resultados parciales. Pero, además, también han ratificado el componente sano de esta evolución. Uno de sus pilares ha sido el desempeño de las ventas, cuya evolución ha alcanzado los dos dígitos y ha superado las expectativas de la propia empresa.
La estrategia de apostar por el segmento dermatológico ha dado buenos frutos, lo que ha sido refrendado por el mercado. El impulso cercano al 4% experimentado por sus acciones da muestra de la confianza de los inversores; pero, sobre todo, supone también una señal del sentimiento positivo que despierta la compañía con vistas a los próximos meses.
No en vano, las guías que Almirall ha presentado al mercado incluyen crecimientos a doble dígito tanto en ventas como en resultado operativo. En la parte alta de las estimaciones, la evolución del Ebitda podría superar incluso el 20%.
La vuelta de Almirall a la rentabilidad y el respaldo del mercado supone todo un reconocimiento al trabajo de Carlos Gallardo como consejero delegado. Los siempre delicados relevos generacionales requieren, en el caso de las cotizadas, de insuflar grandes dosis de confianza. Y en este terreno, los números se comportan como una poderosa herramienta para hacerlo.