
Álex García-Cascón, consejero directivo de Egara, en el Parlament
Más allá de sus líos judiciales con el caso 3%, la catalana Ambulancias Egara salió de caza a otro concurso de transporte sanitario nacional. No ha tenido suerte, al menos en la Comunidad de Madrid.
En la región capitalina, se presentó a la licitación de transporte programado -más de 200 millones de euros-, y fue apartada por la Administración. Ahora, en la nueva publicación del único lote vacante, con 43,4 millones de presupuesto, ya ni se ha presentado, rindiéndose incluso ante una recién llegada al sector.
De nuevo, y dejando de lado la implicación en el caso judicial en la Audiencia Nacional, la trayectoria empresarial de Egara se antoja, cuando menos, mejorable.
Extra muros no trasluce una senda ni estrategia clara, sino golpes de timón para hacerse con esa o aquella licitación. Pendientes, claro, del resultado de la empresa de Terrassa en Sevilla, donde ha acudido a la licitación del transporte urgente y programado.
Y, otra vez, ello supone una mácula para una empresa histórica que nutrió con acertada mano la familia Simón. Hasta hace unos años, cuando un cambio en la propiedad y en la gestión desnortó la firma.