Toni Comín, de Junts per Catalunya, en un acto en Bruselas

Toni Comín, de Junts per Catalunya, en un acto en Bruselas Junts per Catalunya

Examen a los protagonistas

Toni Comín

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Lo de Toni Comín (Barcelona, 1971) es de una desfachatez asombrosa. Después de despistar unos eurillos de la caja de la Casa de la República para sus gastitos (algo más de 15.000 euros), ahora, aprovechando que Carles Puigdemont no está al frente de la entidad, tiene el cuajo de presentarse a presidente de la misma en las elecciones que se llevarán a cabo entre los próximos días 8 y 12 de febrero.

Puede que otro adoptara un perfil bajo mientras intentaba lavar su buen nombre (por llamarlo de alguna manera), o se apuntara a la Legión Extranjera o a la Trapa, pero nuestro hombre, con todo su papo, pretende presidir la institución de la que sisaba algo de dinero.

Como era de prever, muchos de los pobres infelices que sufragan la Casa de la República están que trinan con el muchacho. Y no es raro que le haya salido competencia a la hora de hacerse con el cargo, concretamente tres adversarios que nadie sabe muy bien quienes son, pero atienden por Montserrat Duran, Jordi Domingo (de éste se sabe que es abogado) y Jordi Castellà (partidario de llegar a la independencia de Cataluña por la vía guineana, que no sé cual es, francamente, pero no suena muy prometedora, si es que se refiere a la antigua Guinea española, comandada desde hace décadas por el sátrapa de Obiang, secundado por su querido hijo Teodorín, al que había que echarle algo cuando lo expulsaron de París).

Además de los que aspiran a arrebatarle SU puesto de trabajo, Comín ha tenido que encajar recientemente los exabruptos de Valtònyc, que no sabemos si han llegado a su final o si va a haber nuevas entregas del tuit del otro día, que tanta prisa se dio en borrar.

Pero aparentemente ajeno a lo de Valtònyc y a la competencia que le ha salido, Comín sigue insistiendo en su inocencia y en que solo pilló lo que le tocaba. O menos, según él. Y lo hace con la misma arrogancia de la que le acusaban sus detractores cuando estaba de segundo de a bordo del Consejo de la República (que no existe, idiota) y que sufrió en sus carnes el auditor que le pusieron cuando empezó a correr la voz de que sisaba: Comín le dijo que se metiera en sus asuntos y que le dejara en paz, que no era nadie para controlarle los gastos.

Yo ya entiendo que con el escaño europeo embargado por Roberta Metsola, Comín debe andar algo tieso, pero se podría buscar un trabajo en el mundo real. Ya los tuvo en el pasado, cuando daba clases (es un hombre que estudió varias carreras), pero ahora no parece muy dispuesto a volver al tajo. Normal: cuando te acostumbras a vivir del cuento, volver a currar tiene que dar mucha pereza.

Yo creo que, en realidad, estamos ante un hombre desesperado porque se da cuenta de que el chollo de los últimos años se le está acabando. Y su querido Puchi no parece muy dispuesto a salvarle el pellejo. De ahí que cada día esté de peor humor: sin euro cargo y sin amnistía, ya me dirán ustedes lo que puede hacer este hombre para seguir viviendo sin trabajar.

Valtònyc, por lo menos, ha encontrado un curro en Bélgica, y solo es un chico de pueblo, no el hijo del ideólogo de Cristianos para el Socialismo, que en paz descanse.