Las declaraciones del caso ambulancias celebradas ayer en la Ciudad de la Justicia de L'Hospitalet de Llobregat servirán al juez Santiago Pedraz para determinar si hay indicios de enviar la causa a juicio o para darle carpetazo. Pero las comparecencias ya han dejado algunas cosas claras, más allá de la vertiente legal del caso.
Una de ellas es que David Madí, empresario independentista y, antes, secretario de Comunicación del Govern convergente, era el perejil de todas las salsas. Madí irrumpía en aquel sector o en otro no se sabe con qué intenciones.
En el transporte sanitario, hay quien dice que sólo valoró la compra de Egara (las defensas) o actuó para manipular el gran concurso de ambulancias de 2015 (la acusación pública). Qué hizo, lo determinará la justicia.
Lo factual es que estuvo, y con el paso del tiempo, se ha demostrado que su presencia no aportó nada positivo, acaso sospechas de intrigas palaciegas y de presunta mala praxis.
Una década después, hay que decirlo claro: la sanidad catalana no necesitaba a David Madí, sea cual fuere su rol en el sector, sino licitaciones limpias y bien dotadas económicamente, y una administración que velara para que ello ocurriera y que, también, controle la adjudicación ex post.
En definitiva, un servicio público de calidad a la altura de los impuestos que pagan los ciudadanos, limpio de sospechas de corruptelas de todo tipo.