Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno

Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno

Examen a los protagonistas

Rodrigo Rato

Toda una vida trincando

Publicada

Hay gente a la que nunca pierdes de vista. Te tiras un tiempo sin saber nada de ellos hasta que un buen día los ves por la tele porque se han vuelto a hacer notar con alguna de sus trapisondas. Mis favoritos no son los cantamañanas a lo Espartaco Santoni, que en paz descanse, pues me parecen divertidos y de una ambición moderada, además de no pretender jamás aparentar lo que no son, tendiendo habitualmente al mamarrachismo. Con ellos no se tratarían mis mangantes favoritos, a los que siempre se ve luciendo bien cortados ternos, mostrando un gesto adusto y deteniéndose a veces junto a algún periodista para asegurar que todo lo que se está diciendo de ellos es mentira, ya que ellos jamás han despistado un duro de ningún sitio y hace falta ser gañán y canalla para afirmar algo semejante.

El otro día vi por la tele a uno de mis pícaros favoritos del último medio siglo, Rodrigo de Rato y Figaredo (Rodrigo Rato, para simplificar, Madrid, 1949), al que han vuelto a trincar por otra trapisonda financiera (creo que le piden casi cinco años de trullo). Confieso que me ha dado pereza investigar a fondo el motivo de la presente condena, y algo parecido me ha ocurrido con las anteriores. Yo observo que lleva toda la vida ocupando cargos de postín: ministro de economía del gobierno español, ex gerente del Fondo Monetario Internacional…Alternados con condenas por delitos de fraude fiscal, blanqueo de capitales… Cosas tirando a impropias en relación con los súper cargos que va acumulando el hombre.

Me fascina la cara que pone de "A mí que me registren" cada vez que alguien se interesa por alguna de sus trapisondas. Y es admirable el semblante de oprobio e indignación que le enchufa a quien sugiere que ha vuelto a hacer algo que no acaba de ajustarse a la legalidad. Y si el interlocutor deja bastante que desear, Rodrigo lo machaca y lo humilla de mala manera. Recuerdo una comparecencia en el parlamento catalán (aunque ya no sé de qué iba: con este hombre me fijo más en la puesta en escena que en el argumento de la obra) en que la tomó con él David Fernández, de la CUP, sujeto que siempre va vestido de insumiso y calzado con sandalias y al que Rato observaba, en modo Groucho Marx, como si no supiera si realmente existía o si le había sentado mal la comida. No sé qué habría hecho Rato por aquel entonces, pero Fernández le preguntó: "¿Y usted no tiene miedo?" (refiriéndose, supongo, a alguna posible consecuencia de sus actos). A lo que Rato, adoptando una mueca de asco ofensiva no, lo siguiente, repuso: "¿De quién? ¿De usted?". Y solo le faltó echarse a reír del sostenible muchacho de la CUP.

Si no me equivoco, el señor Rato lleva años entrando y saliendo de la cárcel, pero la cosa no parece afectarle demasiado. No se le ve desmejorado y sigue llevando buenos trajes. Se ha convertido en un personaje tan manido que ya ni se le hace mucho caso en los medios de comunicación. A veces toca pasta. A veces lo entrullan. Y así le van las cosas.