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Erre que erre. Alfred Bosch aprovechó el debate con sus rivales por la secretaría general de ERC de anoche para presentar una propuesta que evoca al pasado. Un ciclo político por el que sólo unos pocos insisten, y al que Cataluña ha dado carpetazo, aupando al PSC al Govern con el visto bueno, precisamente, de los republicanos. El exconseller entregó a Elisenda Alamany ya Alba Camps un documento que, a todas luces, quedará en papel mojado.
Se trata de un borrador bautizado como Pla Foc Nou independència 2030, que aboga nuevamente por la secesión de la región. El primer punto ya en sí es una quimera, dado el fracaso de las relaciones entre los principales actores del procés: "Establecer un espacio de trabajo estable con los partidos independentistas". A este le siguen otros con aroma a 2017, como la celebración de un plebiscito y la proclamación de la independencia en caso de victoria.
También "abrir conversaciones con gobiernos, organismos mundiales, empresas y ONG para obtener apoyos que no se han materializado hasta ahora", y una "firma de acuerdos con los agentes internacionales garantizando asistencia en caso de un referéndum de autodeterminación".
De igual manera, el que fuera conseller de Acción Exterior aboga por utilizar "actores internacionales" para ejercer una "presión democrática sobre el Gobierno español", contra el que defiende emprender "actitudes antidemocráticas" para "dejarlo caer".
Si ello no fuera poco rocambolesco, la justificación de la fecha tampoco se queda atrás. El subtítulo del documento ("Estrategia sostenible para una República catalana") ya daba alguna pista.
"Debemos ser modernos, encajar nuestros anhelos y sueños con lo que debemos hacer a nivel planetario, en toda la Tierra, y por eso le ponemos un horizonte de 2030 para encajar con la agenda 2030 de las Naciones Unidas, que es una buena oportunidad para demostrar que nuestra aportación al mundo pasa por la soberanía alimentaria, económica y también democrática", dijo, mezclando peras con manzanas.