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El nuevo presidente del Puerto de Barcelona se ha estrenado con mal pie. Con un solo correo electrónico, José Alberto Carbonell ha logrado hacer saltar por los aires su perfil independiente, que habían celebrado todo tipo de estamentos.
El gazapo del email de presentación sitúa al ingeniero con el pie cambiado, y empaña la labor de su equipo, que se ha reforzado recientemente con una nueva directora de Relaciones Institucionales, cuyo puesto no existía.
Es evidente que la pequeña crisis no es nada que no se pueda resolver, y que coge al nuevo presidente de la Autoridad Portuaria en sus primeros 100 días. Es un pequeño incendio.
Pero también es evidente que aflora su vulnerabilidad, y las grietas que pueden abrirse con un simple correo electrónico. Más razón si cabe para el nuevo máximo directivo para firmar una gestión limpia y conciliadora con todo el mundo. Algo que sus predecesores no siempre consiguieron.
Porque siempre puede haber quien aproveche estas debilidades, y Barcelona necesita un Puerto fuerte que empuje junto al resto del tejido económico para recuperar la economía de la región.