Noticias relacionadas
La estrategia de Junts de aprovechar la debilidad del Gobierno, y la disposición de su presidente Pedro Sánchez a ceder a sus chantajes a cambio de mantenerse en el cargo, lleva en ocasiones a la formación posconvergente a protagonizar bandazos incomprensibles. Su presidenta, Laura Borràs, insinuó ayer la posibilidad de dejar caer a los socialistas si éstos no cumplen todas sus exigencias, lo cual dio pie a especulaciones sobre una hipotética moción de censura del PP. Un rumor que obligó a Junts a tener que rectificar poco después.
El secretario general del partido, el indultado Jordi Turull, no tardó en desautorizar a su compañera tildando de "fantasía" la opción de colaborar con los populares y Vox en una moción. "Nosotros no estamos casados con nadie, nosotros no formamos parte de ningún bloque, nosotros sólo estamos casados con Cataluña", expresó el exmandatario convergente, tratando de hacer así más digerible su desencuentro con Borràs sobre esta cuestión.
La rectificación de Junts es lógica y comprensible. No porque no sea una fuerza de derechas -que lo es-, ni por ser afín a los postulados del Ejecutivo de PSOE y Sumar -que no lo es-, sino por ser consciente del punto débil del actual Ejecutivo de Sánchez: su afán por seguir en el poder a toda costa. Algo que ha sabido exprimir como nadie en forma de amnistía del procés, cesiones competenciales de todo tipo y un sinfín de prebendas en clave nacionalista. Algo que difícilmente podría conseguir con cualquier otro gobierno.