Ignacio Garriga
El Parlament concluyó que el presidente del grupo parlamentario de Vox, Ignacio Garriga, gastó unos 39.000 euros en dispendio personal. El diputado no hizo nada ilegal, aunque la Cámara catalana pidió "más control financiero" sobre las asignaciones a las fuerzas con representación. No en vano, Garriga gastó dinero de los ciudadanos en una cuota del AMPA de sus hijos o pedidos de Glovo, entre otros.
Con aquel capítulo cerrado, ahora la crisis ha tenido una réplica interna en la formación. Una comida-homenaje a la diputada que denunció aquel escándalo parlamentario, Isabel Lázaro, ha envenenado el ambiente interno en la formación.
Por lo pronto, hay denuncias cruzadas entre uno de los concejales estrella de la formación en Tarragona, Julio Pardo, de Reus, y el Comité Ejecutivo Provincial (CEP). Los mecanismos internos dilucidarán quién tiene razón, pero por lo pronto, la gestión de la discrepancia interna que hace Vox se ha puesto en tela de juicio.
Máxime si se tiene en cuenta que algunos círculos denuncian una "purga interna" a los afines a Lázaro. Mientras, el partido pide calma para que el Comité de Garantías aclare el pulso de Reus.
En cualquier caso, el episodio es poco edificante e impropio de la quinta fuerza política en Cataluña. Sugiere una crisis de confianza interna y un cierre en falso de la cuestión de los gastos parlamentarios. El tiempo lo dirá. Pero por el momento, el episodio ha obligado a intervenir al propio Ignacio Garriga.