Carlota Pi
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En los últimos días, Holaluz ha evidenciado que acusa graves problemas de gestión, incluso al margen de la evolución de los negocios. Las señales que ha enviado al mercado como empresa cotizada, con el retraso en la presentación de resultados y en la reunión con analistas es un síntoma aún más preocupante que las noticias que contiene tanto el balance del año 2023 como el informe de gestión.
Los desplomes que la cotización de la comercializadora ha sufrido durante las últimas sesiones han estado más relacionados con la falta de información que con el hecho de que ésta fuera contraria a los intereses de la compañía. El episodio definitivo fue dar a conocer los resultados como aquellos informativos influyentes que popularizaron las cadenas de TV de EEUU en los años 70: al filo de la medianoche.
Por lo demás, el hecho de que los socios representados en el consejo se nieguen a firmar las cuentas supone un síntoma de desconfianza de aquellos que no se gestan precisamente de la noche a la mañana. Dado que la situación viene de lejos, los esfuerzos deberían haberse concentrado en resolver la papeleta antes de que fuera demasiado tarde.
La factura podría haber sido una cifra más baja, una aparición publicitaria de menos o mantener un perfil bajo algo más de lo previsto. Todo lo más, dar un paso en lateral, que no siempre es una derrota. En cambio, las huidas hacia adelante no dan resultados. Y menos aún cuando hay terceros implicados. Conviene estar atentos porque todo apunta a que la demostración se verá en los próximos días.