El matón espabilado
Yo diría que, desde los tiempos de Luís Roldán, no habíamos visto en el PSOE a un personaje como Koldo García Aguirre, chico para todo de José Luís Ábalos (gran representante del sector gañán del partido cuyas funciones de perro ladrador desempeña ahora Óscar Puente) y presunto integrante de un colectivo de chorizos progresistas que se forró durante la pandemia con el tema de las mascarillas. Koldo no ha sido el único detenido de los últimos días, pero sí el más conspicuo a causa de su relación con Ábalos, quien, en la mejor tradición de Esperanza Aguirre, asegura no haberse olido nunca nada de las trapisondas de su secuaz. Como ustedes recordarán, cada vez que pillaban en un renuncio a alguno de sus más cercanos subordinados, Aguirre solía poner cara de sorpresa y decir cosas como “¡Vaya por Dios, otro que me sale rana!”. Ábalos ha intentando algo parecido con su Koldo, pero no le ha salido tan bien (Aguirre estaba hecha de kevlar, el material de los chalecos antibalas) y desde el partido ya se le está señalando la puerta de salida. Si espera el apoyo de Sánchez, va dado, pues a ese no le tiembla el pulso a la hora de cortar cabezas de gente más turbia que él con la que se le podría relacionar.
De hecho, Koldo (Baracaldo, 1970) llegó al PSOE de la mano de Santos Cerdán, gran colaborador de Sánchez. El hombre, de joven, había intentado entrar en la Guardia Civil, pero no fue posible por sus antecedentes policiales: había molido a palos a un vecino y luego le había partido la cara a un chaval de dieciséis años durante los Sanfermines. Haciendo de la necesidad virtud, el bueno de Koldo se colocó de portero en el prestigioso club Rosalex de Pamplona, que algunos resentidos de extrema derecha califican de burdel. Luego, Santos Cerdán lo colocó de chófer de Nicolás Redondo y a partir de ahí el hombre fue prosperando. Se hizo del PSOE, de UGT, de Stop Desahucios y de lo que hiciera falta y no tardó mucho en convertirse en diputado del partido socialista navarro. Como los gañanes se reconocen entre ellos, el dandy Ábalos lo fichó como chófer, guardaespaldas y hasta asesor (¿de palizas?). Y cuando Sánchez prescindió de los servicios de Ábalos, éste aún tuvo el detalle de colocar a su compadre Koldo en Renfe, pues ya se sabe que quien tiene un amigo tiene un tesoro.
En estos momentos, tanto Ábalos como Cerdán y Sánchez aseguran no saber nada de las mangancias de Koldo, pero…¿Podemos creerles? Yo no me fío mucho, la verdad. En el caso de Ábalos, ¿te pasas el día con Koldo pegado al culo y no te enteras de que se lo está llevando crudo con las mascarillas? (y en el caso de Sánchez, teniendo en cuenta que es un mentiroso patológico, ya no me creo nada). Además de estos santos varones, los tejemanejes de Koldo salpican también a Salvador Illa, actual candidato socialista a la presidencia de la Generalitat y otrora ministro de Sanidad cuando la pandemia. ¿Aparecerán más salpicados por el matón espabilado? De momento, por si acaso, amigo Ábalos, calienta que sales (del partido).