Soledad Prieto
La cárcel de mujeres de Wad-Ras de Barcelona trata de humanizar la Navidad para los hijos de las internas. El esfuerzo de todo el equipo es destacable, pero el sistema no les acompaña y eso, al final, se nota.
El penal barcelonés es antiguo, opaco y puede mejorar muchísimo. Hace años que está anunciada la construcción de una nueva cárcel de mujeres en la Zona Franca, pero el proyecto acumula demasiados retrasos y no ha sido hasta hace pocas semanas que se ha anunciado una inversión destacable que, de nuevo, ya se pone en duda de que implique la ejecución del proyecto.
Cataluña necesita una cárcel moderna con un módulo de madres digno. Y eso requiere de una red exterior para que los pequeños puedan vivir una infancia lo más normal posible, como ocurre en Wad-Ras y el programa de colaboración con una escuelita del barrio donde está ubicada, pero este intento de entorno seguro en el que los pequeños se puedan desarrollar en sus primeros años de vida se debe dar de puertas para adentro.
El equipo de personas que están allí y su mirada sobre qué debe ser la crianza entre rejas es fundamental. No se deberían aplicar sistemas punitivos ni de castigos, con consecuencias para los pequeños. El módulo que acoge a estas familias requiere de unos cuidados especiales tanto por parte de la organización de la cárcel como por parte de la Generalitat.