David Mascort
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La Generalitat de Cataluña impondrá más restricciones al consumo de agua debido a la sequía que afecta a la región. Un problema que se veía venir, no sólo por la falta de lluvias, sino por la deficiente gestión de los recursos hídricos de la autonomía por parte del Govern.
Culpar de esta preocupante situación a la ausencia de precipitaciones y al cambio climático, como hizo ayer el conseller del ramo, David Mascort (ERC), no sirve de excusa, y evidencia una cierta elusión de responsabilidades.
Harían bien los dirigentes de la Generalitat en hacer un poco de autocrítica y preguntarse, por ejemplo, por qué en toda Cataluña sólo existen dos desalinizadoras, y por qué la última se construyó en 2009 --justo cuando gobernaba el Tripartit--. O por qué no se ha puesto más énfasis en construir más infraestructuras hídricas y en aprovechar otros recursos, como el agua regenerada; o bien en hacer más obras para evitar pérdidas en las canalizaciones, por citar algunos casos. Todo ello son, también, cuestiones de su competencia.
Existe suficiente tecnología testada y consolidada para garantizar reservas incluso en los territorios más áridos, como la ya citada desalinización y la regeneración. Pero la Generalitat arrastra los pies en este ámbito. Si todas las energías y recursos gastados a lo largo de la última década con el nacionalismo y el procés se hubieran dedicado a este tipo de cuestiones --u otras, como las energías renovables--, quizá no se hubiera llegado a este punto.