No han sido años fáciles para Francisco Reynés al frente de Naturgy, donde ha tenido que afrontar, además de la pandemia, un entorno de precios endiabladamente volátil y una crisis en la estructura accionarial por la opa de IFM, un complicado equilibrio entre socios, que hacen del consejo una suerte de junta de accionistas mensual. Sin olvidar un proyecto de escisión que supone un antes y un después en los 175 años de historia de la empresa y que permanece varado, pendiente de un horizonte de mercado más despejado y un panorama político más favorable.
En este terreno, Reynés ha conducido a Naturgy a dejar muy atrás los objetivos del plan estratégico vigente cuando aún le restan dos años para su conclusión, en un claro ejemplo de crecerse ante las dificultades.