Uno de los pilares sobre los que se levantó el imperio de Inditex fue la estrategia de inspirarse en grandes diseñadores que, tras años de quejas, empezaron a aprovecharse del reconocimiento que ello implicaba. Ahora, el gigante de la moda capitaneado por Marta Ortega sufre la presión de marcas chinas como Shein, que están muy pendientes de lo que vende Zara para hacer sus versiones, todavía más baratas.
Este modelo no es nada sostenible. Para evitar que el sector textil se convierta en una subasta que nos conducirá a un fast fashion con cada vez más impacto medioambiental y laboral, compañías como Inditex deberían impulsar sus estrategias digitales y de redes sociales, donde Shein lleva la delantera. Llegan tarde.