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Dicen que a España le faltan emprendedores. Que en las escuelas no se enseña a crear negocios. Y quienes se atreven a ello, chocan con muchas trabas burocráticas. Por eso es doblemente meritorio que Ana Iglesias, Alba Sánchez-Vicario, Rocío Cuesta, Carlota Pi o Lourdes Ferrer sean ejemplos de emprendeduría. Ser mujer empresaria y no morir en el intento es casi épico.