La empresaria andorrana María Reig respira tras la venta del hotel Mandarin de Barcelona a los saudíes de Olayan Group. Se ha sacado de encima un activo con un buen valor en libros pero que nunca le ha dado precisamente buenas noticias, ya que implicó una inversión considerable para abrir las puertas con los estándares del grupo internacional y ha arrastrado los números rojos en sus libros de contabilidad durante años.

Es también la muestra de que el family office que lo impulsa, el del Principado, ha tropezado en los grandes negocios inmobiliarios que intentó en la capital catalana. Ahora pasa página y confirma que, a pesar de todo, existe interés entre los inversores por activos de nivel como el establecimiento de cinco estrellas que se ha sacado de encima en Barcelona.

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