Las elecciones sindicales en el centro de Mango de Lliçà d’Amunt (Barcelona) se han convertido en el principal reto laboral del gigante textil de la familia Andic de los últimos años. La empresa acumula dos denuncias ante la Inspección del Trabajo por las coacciones que varios miembros de la dirección habrían emprendido para asegurar que el sindicato Fetico crece en el grupo. Así lo ha denunciado UGT, que relata que incluso se han realizado encuentros con 400 empleados para indicarles cuál debería ser el sentido de su voto.
Las acusaciones no son menores, atentan contra algo tan sagrado como el derecho de libertad sindical y muestran conductas que, de ser ciertas, implicarían temeridad e ingenuidad de la cúpula. Mango debe ser contundente y explicar de forma abierta qué ha ocurrido. De lo contrario, se queda en la cola de lo que debería ser una empresa con buenas prácticas laborales.