Una cosa es no echar más leña al fuego. Y otra, mantener un discurso plano ante un tema tan preocupante como son las violaciones cometidas por menores. El gobierno que preside Pere Aragonès opta por la prudencia y, más allá de reivindicar que se ha reforzado la seguridad en los sitios en los que se repiten este tipo de agresiones, se abstiene de tomar medidas. Luego se lamentan de que la extrema derecha saca rédito electoral.

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