Casi hay que llamar a la grúa
Ha costado Dios y ayuda, pero parece que por fin nos vamos a librar de Laura Borràs, ex presidenta del parlamentillo catalán. Finalmente, tan noble institución ha decidido hacer caso a la Junta Electoral Central y despojar de su escaño a La Geganta del Pi, para alegría de los desafectos al régimen, algo enturbiada por la evidencia de que nos va a seguir sacando los cuartos con la pensión que le corresponde por ley, que es tan cuantiosa como inmerecida (en Cataluña da la impresión de que nos sobra el dinero, pero solo para financiar los chollos económicos de nuestros supuestos representantes políticos). Y tampoco la vamos a perder completamente de vista, pues continuará al frente de Junts x Puchi por corrupta que sea e inhabilitada que esté. Siendo como es la buena señora, tampoco pasará inadvertida a partir de ahora, así que hagámonos a la idea de que, aunque expulsada del parlamento regional, seguirá haciéndose notar.
Como firme partidario de lo de morir matando, nuestra querida Laura se ha despedido del escaño poniendo de vuelta y media a todos los que, según ella, han conspirado para hundir su intachable carrera al servicio de la patria. Hasta la Mesa del Parlament ha encajado un chorreo por obedecer las órdenes de la JEC (aunque eso es exactamente lo que hizo ella cuando hubo que cesar a Pau Juvillà, de la CUP; en eso se comporta igual que el inefable Quim Torra, el hombre de las pancartas ilegales). Laura se va, de acuerdo (o hace como que se va), pero se va dejando bien clarito que se ha cometido con ella una injusticia de una crueldad insuperable, como si nunca hubiesen existido los chanchullos de los que se benefició su amigo el narco cuando ella estaba al frente de la Institució de les Lletres Catalanes. Y piensa seguir trabajando por la independencia, claro está, pero sin sobreactuar, no fuese a acabar de nuevo en el banquillo por asuntos aún más complicados de resolver.
Su amiga Aurora Madaula le otorga, además, el privilegio de elegir a su sustituto/a, lo cual no sé si está previsto en el reglamento o es una ocurrencia de ella. Los suyos hablan de Anna Erra, ex alcaldesa de Vic y talibana de pro, dado que la súper lazi Marta Madrenas, la sustituta de Puchi en el ayuntamiento de Girona, está llamada a más altas misiones. A efectos prácticos, el parlamentillo se limitará a cambiar a una talibana por otra, dado que es poco probable que prosperen las intenciones del PSC de darle el cargo a la incombustible Assumpta Escarp, quien, como Miquel Iceta, parece llevar en el partido desde que se fundó.
Laura Borrás se queda, definitivamente, sin escaño. Pero hay que reconocer que ha hecho lo imposible por conservarlo y que la maniobra de expulsión ha durado demasiado y no ha habido que recurrir de milagro a la grúa municipal para desalojarla del edificio (dado su volumen, no hubiera sido una maniobra de fácil resolución). Y es que Laura Borrás posee el gen de la pesadez: por encima de lazi, es una atorrante de padre y muy señor mío. Y los pesados no cambian, no mejoran. Por lo que tengo observado en otros ejemplares semejantes, más bien tienden a incrementar su pesadez a medida que van cumpliendo años.
No, amigos, no nos hemos librado de Laura Borràs. Y nos va a seguir sacando los cuartos a conciencia. Lo nuestro es, simplemente, un premio de consolación: con no volver a verla presidiendo el parlamento regional, vamos que chutamos.