Carles Puigdemont
¿Rubio de bote?
Unas fotos recientes de Carles Puigdemont han sembrado el desconcierto entre lazis y constitucionalistas por igual. En ellas se ve al Hombre del Maletero luciendo su tradicional peinado modelo fregona (gracias al cual me permití rebautizarle en su momento como Cocomocho), pero se aprecia en su frondosa cabellera un tono de color ligeramente distinto al habitual. Los entendidos de uno y otro bando aún no se han puesto de acuerdo en si se trata de un efecto óptico o si nuestro hombre se ha aclarado el pelo para crear un nuevo personaje que podríamos describir como 'El surfista de Waterloo'. Hay quien dice que ha recurrido al tinte Farmatint. Otros se inclinan por el Grecian 2000. El interesado no ha dicho nada al respecto y se ha limitado a posar para la posteridad mientras anunciaba algo que no he registrado porque toda mi atención se concentraba en su nueva pelambrera (me pasa algo parecido con Eulalia Reguant, cráneo privilegiado de la CUP: me fascinan tanto sus tics y sus muecas que absorben todo mi interés y me impiden enterarme de lo que está diciendo).
El próximo 5 de julio sabremos qué pasa con la inmunidad parlamentaria de Puchi y su alegre pandilla de turistas del ideal. En el ínterin, el hombre ofrece todo el aspecto de aburrirse como una ostra en Flandes y de no saber muy bien qué hacer con su vida. Ausente de la campaña de las municipales, ha tenido que ver, además, cómo su supuesto representante, Xavier Trias i Vidal de Llobatera, hacía como que no lo conocía. Ni a él, ni a Laura Borràs ni, ya puestos, al partido que se suponía que representaba, cuyos logos ha metido en el baúl de los recuerdos durante toda la campaña, parapetándose tras el eslogan 'Trias per Barcelona'. Por si eso no fuera suficiente, una de sus paniaguadas gerundenses, la arquitecta Assumpció Puig, se rebotó con el partido porque pasaban de ella para presentarla a la alcaldía de Girona (prefiriendo a Gemma Geis) y la buena señora ha acabado pidiendo el voto para Lluc Salellas, de la CUP. El acabose, amigos…
Ante semejante panorama, sumado a su irrelevante existencia en las instituciones europeas, es hasta cierto punto comprensible que nuestro hombre se dedique a la cosmética y los cambios de imagen. Si en el gobiernillo hay un consejero pisaverde que a veces se pinta las uñas, ¿por qué iba Puchi a cortarse un pelo (nunca mejor dicho) a la hora de ofrecer la mejor versión de sí mismo?
En cualquier caso, queda por aclarar si las fotos de surfista con el pelo bleached by the californian sun son un efecto óptico o una adicción tardía al Farmatint o el Grecian 2000. Espero que el asunto se confirme en una u otra dirección porque, francamente, esto es un sinvivir estético-político.