Jopé, sois todos unos aguafiestas
Ante la chapuza de la ley del solo sí es sí, el PSOE ha tenido que tomar cartas en el asunto para revisar el engendro legal perpetrado por los de Podemos e impedir que los violadores sigan viendo reducidas sus sentencias, como está sucediendo desde que entró en vigor la ley de marras, genuino tiro en el pie para la justicia en general y el feminismo español en particular. La principal impulsora de la salida de pata de banco legal, la ministra de Igualdad Irene Montero, se ha tomado muy mal que su socio de gobierno haya recurrido al PP para enmendar sus chapuzas, dado que para ella no lo son: la ley es estupenda, pero los jueces que la aplican son unos fachas que están en contra del feminismo (aunque la mitad de su plantilla esté compuesta por mujeres). Esa es su teoría y a ella se ha agarrado con un entusiasmo digno de mejor causa, dado que la autocrítica no es algo que se practique mucho en su partido. ¿Tanto costaba imitar al Emérito y decir algo tan cabal como aquello de “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a suceder” (cuando lo pillaron haciendo el golfo en África con la codiciosa Corinna?). Parece que sí, que a Irene le va más lo del Sostenella y no enmendalla.
Igual llovía sobre mojado, dado que, últimamente, pintan bastos en Unidas Podemos y Yolanda Díaz se les está comiendo la merienda a los morados, lo que ya le ha granjeado el odio eterno de ese penene con pretensiones que se dio de baja como vicepresidente del gobierno, pero insiste en controlar su partido desde la sombra. Unidas Podemos huele a muerto, como demuestra, entre otras cosas, el fino olfato de Ada Colau, que lleva semanas enganchada a su BFF (Best Friend Forever) Yolanda, a ver qué cae, pues no tiene muy clara la reelección como alcaldesa de Barcelona. Dado el ambiente funerario que envuelve a los anti casta, a la pobre Irene solo le faltaba que Sánchez se apoyara en la derechona para arreglar sus estropicios legales. Y no se lo tomó muy bien, como pudimos comprobar todos los que la vimos por televisión el día de autos: enfadada, rabiosa, indignada, triste, vencida (además de por el PSOE y el PP, por su propia ineptitud). Yo la veía sentadita en su escaño, agarrada a Ione Belarra, y pensaba en las hermanas Lillian y Dorothy Gish en Las dos huerfanitas (Orphans from the storm, 1921), el clásico del cine mudo dirigido por David Wark Griffith. Parecían a punto de abrazarse mientras se materializaba en el hemiciclo una nube que solo las cubría a ellas de lluvia.
Irene Montero debería dar gracias a Dios (o al ectoplasma de Stalin) por no haber sido cesada tras la gaffe del solo sí es sí, pero en vez de eso, se rebota y hace pucheritos. Paciencia. Algo me dice que pronto nos libraremos de ella.