Joan Mangues parece desconocer los principios fundamentales del vandalismo urbano y se deja ver con gente que se dedica a pintar sedes oficiales a cara descubierta. El tuitero se presenta como el paladín de la libertad de expresión, pero acompañar a quienes llenan de grafitis la fachada del Consejo Comarcal de L'Anoia, en Igualada, para atacar a un partido político no es el mejor ejemplo.