Teresa Ribera
Se ha convertido ya en un clásico que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, suba al atril del Congreso de los Diputados y anuncie nuevas medidas con el loable objetivo de ayudar a los ciudadanos a paliar los efectos de la crisis agravada por la invasión de Ucrania. Buena parte de ellas tienen que ver con el coste de la energía, uno de los impactos más duros en el bolsillo del contribuyente, y salen del departamento que dirige su vicepresidenta tercera.
Los planes de Teresa Ribera, como el del ahorro energético puesto en marcha hace dos meses, tienen las mejores intenciones, pero objetivos que ya se adivinan demasiado ambiciosos desde el principio, dado que la mayoría son imposibles de conseguir en tan breve espacio de tiempo. Las medidas son bienvenidas, pero siempre y cuando tengan un componente mucho más elevado de eficiencia que de cosmética.