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No basta con anunciar que la delincuencia ha caído. La sensación de inseguridad y de que determinadas zonas de Barcelona sufren un grave deterioro es real. Ada Colau no puede pasar de puntillas por un suceso tan grave como que un niño de seis años se haya ha pinchado con la aguja de una jeringa mientras jugaba en una plaza de Ciutat Vella, que su colegio utiliza como patio de recreo.
Parece no entender la alcaldesa que garantizar la seguridad y el bienestar de los barceloneses nada tiene que ver con un "Estado policial".