La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz / EP

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz / EP

Examen a los protagonistas

Yolanda Díaz

22 mayo, 2022 00:00

¿Un activo de la izquierda?

En principio, que surja un partido político en España a la izquierda del PSOE debería ser una buena noticia. El problema es que ese partido sea Unidas Podemos, una excrecencia tontorrona de la izquierda digna de antaño compuesta por una pandilla de ineptos perdonavidas y sobrados, como es, a mi humilde entender, el caso: no pasa un día sin que las salidas de pata de banco de Irene Montero, Ione Belarra o Pablo Echenique me hagan añorar los tiempos en que la izquierda española la representaban señores como Jorge Semprún o Jordi Solé Tura.

Desde ese punto de vista, que Yolanda Díaz se desmarque de sus compinches y aspire a crear una nueva formación política no deja de ser una buena noticia. Todo dependerá de ver cómo se porta ese nuevo partido en proceso de creación que atiende por el desafortunado nombre de Sumar (que se convertirá en Restar si no cumple las expectativas que se hayan podido depositar en él). Yo, la verdad, no sé muy bien qué pensar de Yolanda Díaz. Desde luego, me resulta más soportable y mucho menos irritante que sus colegas de Podemos, aunque aún exhiba ciertos tics de comunismo rancio que no la favorecen lo más mínimo. ¿A su favor?: no suele decir tonterías, es de trato amable, no saca de quicio a nadie, puede reunirse con los empresarios sin que éstos tengan la impresión de que serán fusilados en cuanto ella mande, ha dado abundantes muestras de sensatez política y, sobre todo, parece haber llegado a la conclusión de que, si quiere llegar a alguna parte en el mapa político español, más le vale deshacerse de sus molestos compañeros de partido y encabezar su propia plataforma electoral.

Yo diría que Yolanda Díaz ha interpretado muy bien el papel de poli malo junto al poli bueno que representa la otra vicepresidenta del gobierno, Nadia Calviño. Se han repartido muy bien los roles, lo cual permite a Díaz hacerse la radical (dentro de un orden) y a Calviño, presentarse como la voz de la sensatez social demócrata y business friendly (por no hablar de que han tenido el detalle de no llegar jamás a tirarse del moño, que es algo que queda fatal). Juraría que Díaz es consciente de que Podemos ha defraudado a casi todos los que creyeron en ellos cuando estaba al frente el tertuliano y aprendiz de bolchevique Pablo Iglesias. Y que seguir formando parte de esa Pandilla Basura demagógicamente absurda no puede hacer nada bueno por su futuro político. De ahí que haya optado por un cierto macronismo de izquierdas basado en su (supuesto) encanto personal, su carisma y su apariencia de persona progresista, pero consciente de que el activismo histérico constante y sobreactuado no lleva a ninguna parte razonable.

De momento, Yolanda Díaz es un enigma, pero un enigma muy espabilado y ambicioso. Habrá que ver de quién se rodea y que dirección toma. Sumar cuando se ponga en marcha. De momento, yo le aconsejaría que buscara otro nombre para su partidillo.