El presidente de la Generalitat volvió a hacer el ridículo con sus menosprecios al Rey. Pere Aragonès se escaqueó ayer del besamanos con Felipe VI en el acto del 250 aniversario de Foment del Treball, pero minutos después se sentó a cenar con el monarca. Por la mañana, el president ya había plantado al jefe del Estado en la tradicional entrega de los despachos judiciales en Barcelona. No es la primera vez que Aragonès cae en un ejercicio de republicanismo estéril que degrada la normalidad institucional.