La crisis del coronavirus también ha sacado a la luz un problema al que debe hacer frente la mitad de la población, que las investigaciones de las vacunas no tuvieran en cuenta el sexo del paciente. El 80% de los efectos adversos son reportados por mujeres y afecta a ámbitos tan sensibles como la menstruación. Este caso no es aislado y se debe en gran medida a que sectores como los relacionados con la técnica y la innovación han sido dominados por hombres de forma tradicional.

Advertencias como la que hizo ayer la exministra Carmen Calvo en el Forbes Power Summit Women sobre la necesidad de facilitar la incorporación de mujeres en formaciones de ingeniería para garantizar que ellas también participen en los grandes proyectos de diseño del futuro son claves. Si no, la diferencia histórica se perpetuará.