Los resultados de las últimas elecciones y, a tenor de las encuestas, también de las que vengan próximamente, resultan de lo más positivos para ERC. Tras haber dado el sorpasso a sus socios de JxCat en la Generalitat, los sondeos indican ahora que los republicanos podrían incluso duplicar en votos a los posconvergentes en las generales. Todo un éxito para los republicanos, si bien su huella en el Govern en los últimos años ha resultado nefasta para Cataluña. No sólo por el devastador impacto del procés en la sociedad y la economía catalanas, sino por su apoyo a los recortes sociales de sus socios de la antigua CiU en todo este tiempo.

A pesar de que algunos de sus dirigentes, como su portavoz en el Congreso Gabriel Rufián, se presenten ahora como moderados --pese a haber protagonizado no hace tanto escenas como la de la impresora en su escaño--, y se permitan incluso dar lecciones de un supuesto izquierdismo al resto de España, su labor no es, precisamente, para sacar pecho. Más bien al contrario.