¡Échenle algo al pibe!
Cuando la encargada de Acción Exterior de la Generalitat, Victòria Alsina, se dirigió en castellano al cuerpo consular establecido en Barcelona, a muchos nos pareció una opción de lo más lógica, pero hubo lazis que se pusieron como las cabras ante esta supuesta ofensa a la supuesta lengua nacional y se abalanzaron sobre Twitter para dejar constancia de su indignación. Entre ellos, siempre dispuesto a sobreactuar, estaba Albano Dante Fachín, un hombre que lleva años intentando colocarse (sin éxito) en el establishment independentista y que no pierde ocasión de hacer méritos para conseguirlo. Lamentablemente, no rige para él la célebre expresión catalana Puix que parla català, li darem uns dinerets. Van pasando los años y, por mucho que porfíe patrióticamente, el bueno de Albano sigue lampando en el organigrama indepe. Y ya ni se molesta en acudir, como solía, a actos de ERC o de la CUP a los que no se le había invitado, pues hasta él se ha dado cuenta de que ahí no hay mucho que rascar. Así pues, parece haberse conformado con Twitter y con hacer declaraciones incendiarias ante cualquiera que le planta delante un micro (a veces hasta acierta, como cuando dijo que lo de la caja de resistencia estaba muy bien, pero que quienes debían aportar más monises eran los políticos que cobran sueldos muy superiores al de sus supuestos homólogos españoles y, evidentemente, al del indepe medio).
Ante la indignación de Albano por el menosprecio de la lengua propia de Cataluña a cargo de la señora Alsina, mi amigo Nacho Martín Blanco vino a decir que la sobreactuación de un trepa argentino no era lo que más le convenía al idioma de Verdaguer, y ahí encontró nuestro hombre una buena excusa para acusar al de Ciudadanos de racista (creo que hasta lo tildó de desgraciat), aprovechando para establecer uno de esos símiles inexactos que tanto gustan a los lazis, pues comparó la independencia argentina de España con aquella a la que aspiran miles de catalanes de nacimiento y de adopción (como él). Donde intuye una polémica beneficiosa para sus intereses, ahí va Albano, un hombre que tuvo unos dignos comienzos en la extrema izquierda y que ahora no es más que un aspirante a disfrutar de la menjadora nacionalista. Para lograrlo, ha seguido el método Cotarelo y optado por tratar de superar en sus delirios al mismísimo Santiago Espot. Estoy convencido de que él cree que por ahí va a conseguir algo, pero ni yo me creo su conversión al catalanismo, que me parece interesada, ni el mundo lazi da la impresión de agradecérsela demasiado. Es así como el hombre ha acabado convertido en un personaje secundario del procesismo, en la línea de lo que fue para el underground local su compatriota Eduardo Mazo, aquel señor que vendía sus poemas en la Rambla hasta que se cansó, regreso a Argentina y falleció no hace mucho.
Hay algo muy triste en la figura de Albano Dante Fachín. Como representante de una cierta izquierda alternativa, cuando dirigía la revista Café amb llet, cumplía un papel digno, aunque mal pagado. Prosperar es humano, pero no sé si este hombre ha elegido el camino adecuado para lograrlo, pues hay mucha competencia autóctona en la vía que ha elegido y, además, carece de la astucia (y de la genuina mala baba) que ha propulsado a su compatriota Gerardo Pisarello hasta el parlamento español. Con gruñidos y polémicas de chichinabo no se llega muy lejos: alguien que le quiera debería recordárselo.