El presidente de Pimec, Antoni Cañete, ha impulsado una iniciativa positiva, con valentía, con la idea de dotar a las pequeñas y medianas empresas de mayor poder, con el objeto de que defiendan sus intereses frente a las grandes compañías. Ese papel lo ejerce Pimec en Cataluña, y Cañete lo ha querido trasladar al conjunto de España con Conpymes. Pero un proyecto de esa envergadura precisa de tacto y negociación, de diálogo con la CEOE y de búsqueda de verdaderos interlocutores en el resto de comunidades autónomas.
Sólo a través de ese diálogo intenso, sin forzar la situación, Conpymes podría ser una realidad, como un agente social que se merezca su representatividad. Generar otra fractura entre organizaciones empresariales por este poder nunca lleva a buen puerto. Cataluña es el ejemplo, donde la última pugna se prolongó durante 20 años y culminó con un pacto entre las partes tras mucho diálogo. Sería bueno que se tomase nota de ello.