Disculpe las molestias
Diez años después de ser acusado de desviar fondos de la SGAE, que dirigía desde 1995, Teddy Bautista ha sido exonerado de todos los cargos que pendían sobre él y parece que no es el mangante que se presentó a la opinión pública en 2011, cuando fue apartado de la SGAE por presuntas corruptelas. La noticia ha pasado prácticamente inadvertida, mientras que a lo largo de los últimos dos lustros se ha informado ampliamente en la prensa de sus supuestas maldades, que al parecer no eran tales. Yo no sé si Teddy (Las Palmas de Gran Canaria, 1943) es inocente o si, simplemente, no se ha podido probar nada de sus presuntas trapisondas. En cualquier caso, el daño que se le ha hecho a este hombre dando por sentado que era un chorizo es considerable y no sé que se puede hacer para repararlo (más allá de buscar mi viejo single de Get on your knees, su hit de 1968 al frente del grupo Los Canarios, y escucharlo a toda pastilla a las tres de la mañana o una hora igualmente intempestiva). A efectos prácticos, Teddy Bautista es inocente, pero hay mucha gente que no se enterará de la decisión de la justicia y seguirá pensando que lo suyo en la SGAE eran las cuentas del Gran Capitán. Personalmente, tengo la impresión de que el señor Bautista fue el chivo expiatorio de una opinión pública contraria a la recaudación de derechos de autor y partidaria del gratis total --ya saben, toda esa gente que paga sin rechistar el importe de un gin tonic, pero considera que le roban si no puede bajarse la música gratis de Internet--, que veía en la SGAE una versión musical de las cuevas de Luís Candelas y un atentado a su pasión por la cultura gratuita.
Cuando Teddy fue acusado de prácticas discutibles, la cosa no se centró en él. Enseguida se extendió a toda la SGAE, sospechosa de todo tipo de maldades contra el oyente poco dado a apoquinar. De repente, una entidad dedicada a cuidar de los intereses de músicos y cineastas --aunque básicamente de músicos, que fueron quienes la fundaron-- se convertía en una especie de Gestapo que enviaba a sus esbirros a bares y discotecas de pueblo para enviar a la ruina a sus propietarios. De repente, poner de vuelta y media a la SGAE era lo guay, lo enrollado, lo que se tenía que hacer. Los derechos de autor se los pasaba todo el mundo por el arco de triunfo, y para denigrar a los recaudadores, la posibilidad de que el señor Bautista fuese un chorizo era el sueño húmedo de los partidarios del gratis total.
Se acusaba a Teddy de inversiones discutibles y de convertir una entidad gestora de derechos en una especie de imperio multimedia, así como de meterse en el bolsillo un dinero que no era suyo. Con la SGAE convertida en la familia Corleone y Teddy en don Vito, la supuesta progresía reacia a pagar por la música se sentía elevada moralmente. Parte de la prensa, encantada de haber encontrado en el cantante de Los Canarios al doctor Fu Manchú de la industria discográfica española, contribuyó al linchamiento de nuestro hombre, del que cada día aparecían noticias que lo exponían a una luz muy poco favorecedora.
Ahora resulta que Teddy es inocente. O que no se ha podido probar que fuera culpable. Yo quiero creer en la primera opción, pero estoy convencido de que son legión los que piensan que el viejo pillastre se ha salido de rositas. España y los españoles somos así, señora.