Seguro que la jornada electoral del próximo domingo se desarrolla con mayor normalidad de lo que nos parece, pero llegar a ella habrá sido un despropósito tras otro de los responsables de organizarla (mención a parte merecen los partidos que buscan una abstención que les beneficia de forma aritmética). El director general de Participación Ciudadana y Procesos Electorales de la Generalitat, Ismael Peña-López, ha querido ser muy transparente y mandar un mensaje de tranquilidad y de que todo estaba bajo control, pero a veces ha creado más lío.
El aviso de que la ley electoral permite retrasar los resultados si no se pueden constituir un número destacado de mesas (sobre el 20%) está fuera de lugar. Más, si el día siguiente se anuncia por tierra, mar y aire que el 99% del personal está asegurado. Si se busca no ser alarmista no se debe tropezar en estas cuestiones.