La izquierda con lazo
A veces da la impresión de que en Cataluña no fabricamos suficientes lazis y nos vemos obligados a importarlos del exterior. De ahí la presencia en el prusés de un ramillete de independentistas catalanes no catalanes dispuestos a arrimar el hombro por la patria que han adoptado como suya. Algunos son meros oportunistas en busca de cargo, dinero o ambas cosas (pensemos en el pelacañas de Fachín o en el inefable Cotarelo). Otros son true believers a los que les ha dado por ahí, como los valencianos Sanchis o Partal. Y a veces sale alguien que, viniendo de fuera y representando teóricamente a la nueva izquierda posterior al movimiento de los indignados, se apunta con entusiasmo a la independencia de Cataluña o, por lo menos, a su mutación en república con constitución propia dentro de una España federal y plurinacional. Es el caso de Jéssica Albiach (Valencia, 1979), que ahora se presenta a presidenta de la Generalitat por los comunes de doña Inmaculada Colau.
Periodista de oficio, fogueada en diversos gabinetes de prensa, becada en Bruselas y Praga, la señora Albiach se afilió a Podemos en 2011. Al igual que su amiga Ada, lleva cierto tiempo intentando congraciarse con los lazis, que se lo agradecen, igual que con Ada, poniéndola de vuelta y media en cuanta ocasión se les presenta (el pelacañas Fachín, sin ir más lejos, la está tomando con ella desde que Pablo Iglesias lo echó de Podemos, condenándolo a la indigencia, al rencor y al independentismo sobrevenido por una situación canina). Insisten los que la odian en que Jéssica era la principal secuaz del desafecto Coscubiela; por consiguiente, nada bueno se puede esperar de ella. Pero la señora Albiach, en vez de darles la razón y demostrarles que, efectivamente, nada pueden esperar de ella, prefiere hacer de Colau y desvivirse por el destino de los políticos presos y demás personajes discutibles de la actualidad.
En vez de concentrarse en los temas importantes de una campaña electoral para un partido que se supone que es de izquierdas, Albiach se ha puesto a marear la perdiz (amarilla) con referencias a la constitución propia que, según ella, necesita Cataluña, así como a la condición de república que ésta, a su entender, merece. Lamentablemente, estas exigencias, además de intempestivas, suenan forzadas, ensayadas, prácticamente falsas. Solo sirven para alejar a un sector de la izquierda y para que a los lazis se les retuerza un poco más el colmillo. No proceden y cuesta de entender por qué las saca a colación en estos precisos momentos, cuando lo que está en juego en Cataluña es ver si seguimos en manos de los indepes o si hay manera de organizar una alternativa más o menos de izquierda y más o menos constitucional. Este masoquismo tan Colau no debería habérsele contagiado a la señora Albiach. Yo diría que no le hace ningún bien y que solo sirve para liar la troca un poco más. Si quiere insistir en la republiquita con su constitucioncita, ya tendrá tiempo más adelante. De momento, como diría el vasco del chiste, o vamos a setas o vamos a Rolex.