Pablo Iglesias ha vuelto a meter la pata hasta el fondo. Comparar al fugado expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont con los exiliados republicanos durante el franquismo es un patinazo colosal. No solo partidos constitucionalistas de todo el arco ideológico han lamentado sus palabras --desde Zapatero hasta Casado--, sino que incluso la portavoz de Podemos, Isa Serra, le ha enmendado la plana, matizando que la situación del Vivales --como le denomina el escritor y periodista Albert Soler-- no es equiparable "al sufrimiento de una dictadura criminal como fue la franquista".
Con este tipo de planteamientos, el vicepresidente segundo le hace un flaco favor a su propio Gobierno, a su partido y, sobre todo, a la convivencia en Cataluña. Blanquear a los responsables de la fractura social que sufre Cataluña no ayuda a cicatrizarla.