La comunidad médica y científica, incluso internacional, reclama a Europa tomar una decisión muy dura: limitar aún más la movilidad durante la Navidad para frenar la tercera ola de coronavirus que ya se empieza a notar en los datos públicos de Salut. Con todo, la Generalitat ha aprobado (tarde y mal) un plan en el que se anuncia que se tendrá mano dura, pero del que solo salen perjudicados los restauradores. En la práctica, se abre la mano a los desplazamientos por todo el territorio incluso para ir de vacaciones a un hotel o a una segunda residencia.
La consellera de Salud conoce de primera mano la capacidad del sistema sanitario y el cansancio que se denuncia, que pide más recursos y que se haga más pedagogía para limitar los contagios. Pero por el plan que ha sido ratificado por el Govern, o Vergés no ha entendido las demandas de su sector o su voz no tiene ningún impacto dentro del Ejecutivo catalán. Cualquiera de los dos escenarios es muy grave.