El ministro de Sanidad, Salvador Illa, es un político práctico y sensato. Evita cualquier confrontación y, a cambio, ofrece diálogo, sí, pero sobre todo gestión. Esa es su manera de entender la política, una cosa de todos, como demuestra la confianza que ha depositado en las comunidades autónomas para que sean ellas las que gestionen la pandemia, siempre con unos mínimos comunes. Ante todo, Illa quiere resolver problemas, y nunca evitarlos o aparcarlos, porque sabe que eso es lo peor que puede hacer, como desliza en la entrevista en Crónica Global.