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Es comprensible que Pere Aragonès, quien a partir de ahora asumirá la presidencia de la Generalitat en funciones, no haga demasiada sangre con la inhabilitación de Quim Torra. Hasta ahí, bien, pues conocidas son las pugnas entre Junts per Catalunya (JxCat) y ERC. Pero asegurar que la condena del expresidente es un "nuevo golpe antidemocrático" dice muy poco de quien ahora debe actuar con más sentido institucional y superar los momentos más negros y rupturistas del procés.