El consejero delegado de Caixabank ha dejado caer en la primera comparecencia ante los medios que el megabanco que saldrá de la fusión de Bankia no tiene intención de cumplir con las exigencias independentistas. Es decir, la sede social (y fiscal) se quedará en Valencia y su "vocación de servicio para toda España" seguirá sin cambios.
Sí que recordó las raíces de la entidad en el territorio catalán como un elemento clave para el grupo --léase de forma destacada en la obra social--. El mensaje que ha dado (y que compartimos) es claro: lo que es bueno para España, lo es también para Cataluña. Más, en una cuestión de supervivencia en el sistema financiero.