Comparecencia del ministro de Sanidad Salvador Illa para informar de la evolución del coronavirus / EP

Comparecencia del ministro de Sanidad Salvador Illa para informar de la evolución del coronavirus / EP

Examen a los protagonistas

Salvador Illa

16 agosto, 2020 00:00

Cuando no se sabe muy bien qué hacer

Nuestro ministro de Sanidad se tomó unos días de vacaciones en el Matarraña y lo pusieron de vuelta y media. Lo mismo le sucedió al epidemiólogo Simón cuando lo pillaron surfeando en Portugal. No sé por qué la gente se coge esos berrinches, que ahora se están haciendo extensivos al presidente del gobierno, que también anda de vacaciones. Si estuviésemos ante sendas eminencias en lo suyo, el enfado sería mucho más lógico, pero, ¿alguien encuentra algún consuelo en que Illa, Simón y Sánchez estén al pie del cañón? Yo los veo a los tres bastante perdidos, la verdad. Y no me extraña, ya que esto del coronavirus es raro de narices. Otra eminencia, Donald Trump, decía que se desinflaría con el caloret veraniego, pero no parece que la predicción del zanahorio se esté cumpliendo, ¿verdad? Esperábamos un rebrote para octubre y nos lo hemos encontrado en julio, ansioso por impedir que salvemos el veranito.

Estamos cayendo como moscas y las medidas que se toman para impedirlo no hay quien las entienda. Ni siquiera se ponen de acuerdo los que se supone que entienden del asunto. Illa dice que no fumemos por la calle. Simón cree que el tabaco no contribuye especialmente a la difusión del virus. Sánchez no sabe, no contesta. Conste que no me cae especialmente mal ninguno de los tres, pero me da la impresión -compartida por muchos de mis conciudadanos- de que no saben muy bien hacia donde tirar. Por si acaso, cerremos las discotecas y obliguemos a los bares a cerrar a la una de la mañana. Lo de las discotecas puedo entenderlo, más o menos, haciendo un esfuerzo. Pero lo de los bares... ¿Acaso el virus se pone las botas en las terrazas de los bares a partir de la una de la madrugada, comportándose educadamente hasta entonces?

¿Transporta el humo del tabaco el virus funesto a los de la mesa de al lado? Simón parece creer que no. Illa parece creer que sí. Sánchez no se sabe. ¿Sirvió de algo el aislamiento de hace unos meses, aparte de para hundir una economía ya amenazada? ¿Nos van a encerrar de nuevo? Motivos no faltan: el ritmo de contagios es frenético y las administraciones autonómicas suman su incompetencia a la de alcance nacional (en Cataluña, desde que nos devolvieron las competencias por las que clamaba Chis Torra, caemos como moscas). Intuyo que hemos llegado a ese momento, me temo que ya previsto, en el que debemos elegir entre palmar por culpa del coronavirus o reventar de hambre por la falta de ingresos.

No dudo de la buena intención del señor Illa y no quisiera estar en sus zapatos, pero no me consuela especialmente que esté en su despacho viéndolas venir. Por mí, se podría haber quedado unos días más en el Matarraña. Como Simón podría continuar surfeando en Portugal. Hace bien Sánchez en seguir tocándose las narices mientras le urgen a regresar al tajo: total, para lo que iban a mejorar las cosas con su presencia...