El 'sembrao'
Como todos sabemos, el coronavirus se ha cebado con las residencias de ancianos, especialmente en Madrid y en Cataluña. Aquí el gobiernillo se ha quitado los muertos de encima (nunca mejor dicho) aduciendo que si fuésemos independientes todo habría ido mucho mejor y prácticamente no habría habido bajas entre la tercera edad: no veo muy activa a la oposición para exigir explicaciones a la consellera Vergés.
En Madrid, la presidenta Díaz Ayuso se hizo unas fotos memorables en la prensa --modelo Virgen de los Dolores, con lágrima incluida-- para mostrar la pena que le daba todo, pero el responsable de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, se permitió, al principio de la pandemia, ignorar tres veces seguidas las sugerencias del consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, de Ciudadanos, que hizo lo que pudo, aunque sin éxito alguno, para evitar la subsiguiente escabechina en las residencias.
Reyero advirtió de las posibles muertes y se opuso al criterio de admisión en hospitales que enviaba a ancianos especialmente perjudicados directamente al pudridero. Tres mensajes, tres, le hizo llegar a Ruiz Escudero, quien no se dignó contestar a ninguno. La actitud de Reyero me parece tan digna de aplauso que no sería de extrañar que la acabara pagando caro: como socio minoritario del Gobierno madrileño, es posible que su buena intención haya sido interpretada como una traición a la causa, pues ya se sabe que Díaz Ayuso no lleva nada bien que se metan en lo que ella considera sus asuntos, ya se trate del Gobierno central o de un señor de Ciudadanos cargado de buena intención.
En cualquier caso, en un mundo de políticos cuya principal preocupación es conservar el sillón, el gesto de Reyero destaca y le honra: alguien con cargo que parece preocuparse por el bien común es toda una novedad en el panorama político español.