Las imágenes de este domingo con familias enteras abarrotando calles y parques de todo el país, y menores sentándose y manoseando el mobiliario urbano sin guardar la preceptiva distancia de seguridad, han sido bochornosas.
Es encomiable la voluntad del Gobierno de facilitar la vida a los niños tras un mes y medio de reclusión, pero la desescalada debe ser más clara y ordenada. De lo contrario, se corre el riesgo de tirar por tierra el esfuerzo de las últimas semanas. Por no hablar de la sensación de improvisación que transmiten los máximos responsables de la lucha contra la pandemia, como el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón.