No hay duda de que el Gobierno tiene ante sí un reto descomunal para reactivar la economía cuando termine el confinamiento obligado por la emergencia sanitaria del coronavirus. Como tampoco está en cuestión la capacidad y las buenas intenciones de la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, referente de la ortodoxia económica en el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Sin embargo, los planes anunciados por el Gobierno se han quedado muy cortos. Las empresas --que, no debe olvidarse, son las que generan empleo-- y los autónomos necesitan medidas extraordinarias de liquidez. Y la más urgente debería ser el aplazamiento del pago de los impuestos y las cotizaciones. Calviño debería ponerse las pilas para reducir tanto como sea posible los inevitables daños que esta crisis dejará en el tejido económico del país antes de que sea demasiado tarde.