El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona logró ayer miércoles generar polémica tanto por retorcer los datos de inversiones extranjeras para asegurar que la economía catalana es mejor que la del resto del país y que el Estado va en contra de la autonomía; como por negarse a responder preguntas en castellano. Alega que se lo impide un reglamento interno, pero la norma nunca fue un problema para su predecesor en el cargo.