La presidenta del Congreso de los Diputados actuó correctamente ayer expulsando a Gabriel Rufián del hemiciclo; se lo merecía. Sin embargo, no estuvo igual de acertada al pedir a los servicios de la cámara que no incluyan en el diario de sesiones las palabras "golpistas" y "fascistas" que con tanto deleite estuvo pronunciando desde la tribuna Joan Tardà el día anterior.
Es posible que no sean términos adecuados, incluso que se utilicen de forma errónea, pero lo que es absolutamente cierto es que se han pronunciado en el Congreso. Si desaparecen de las actas, dentro de 100 años, como la misma Ana Pastor dijo, quienes traten de saber qué ambiente se respiraba en las Cortes a finales de 2018 tendrán menos elementos de juicio.