Acoger en un puerto español al Aquarius es un gesto, ciertamente. Y también es un mensaje: España quiere colaborar en la solución de un problema europeo muy grave, y no solo con palabras.

La iniciativa de Pedro Sánchez recuerda aquella decisión de José Luis Rodríguez Zapatero, que antes de que hubieran transcurrido 24 horas de su toma de posesión ordenó el regreso de las tropas españolas destinadas a Irak. Dos gestos, dos presidentes socialistas, dos mensajes de esperanza de imposible contestación.