Antonio Baños
El veto a la candidatura de Antonio Baños a la dirección de la ANC ha dejado claro cómo funciona la entidad independentista. Ir por libre sale caro en una organización que, aunque se llena la boca apelando a la democracia para defender sus postulados frente a la pérfida España, después tiene alergia a aplicarla en su seno. Ya ocurrió en las anteriores elecciones, en las que la outsider Liz Castro fue la más votada por las bases --con más de 4.000 votos-- pero perdió la presidencia frente a Jordi Sànchez, un hombre del establishment que logró el apoyo de la mayoría de la setentena de miembros del secretariado nacional. Ahora, la todopoderosa ANC --con una influencia en el Govern inédita en una democracia occidental-- ni siquiera se la ha jugado dejando a Baños acceder al secretariado, pues tenía muchas posibilidades de ganar. Es toda una lección de humildad para Baños, quien habitualmente vende las supuestas bondades y espíritu democrático del procés independentista y de sus promotores.