La presidenta de Inditex, Marta Ortega, en la junta general de accionistas de 2023 Arteixo
Inditex ha vuelto a tener un descuento con los mercados a cuenta de una presentación de resultados. En realidad, se trata de un proceso continuado. Cuando dio a conocer las cuentas del ejercicio fiscal 2024-2025, los inversores castigaron a la compañía, no tanto por el descenso en el ritmo de crecimiento de las ventas, ya alejado del doble dígito, sino por los datos sobre el desempeño en las primeras semanas del nuevo año, que evidenciaba un frenazo de mayores dimensiones.
Los temores han quedado confirmados con unos resultados trimestrales que presentan cifras de beneficios muy similares a las de hace 12 meses; pero además, un avance de la facturación que ya es más lento que el de los gastos operativos, pese a los eficientes esfuerzos de Inditex por contenerlos.
Si a ello se añade un contexto económico complejo, un escenario geopolítico de incertidumbre y dudas sobre el desempeño próximo de las economías europeas, incluida la española, el cóctel resulta de lo más indigesto.
La compañía mira con optimismo el futuro, como así se lo permite su diversificación geográfica, con una amplia presencia en los cinco continentes. Un factor que no sólo le permite minimizar riesgos, sino también contar con un amplio potencial de crecimiento en la mayoría de los mercados, en los que cuenta con un margen considerable.
Lo que parece evidente es que Inditex debe plantear hasta qué punto la decidida apuesta por Europa y EEUU puede lastrar su camino a medio plazo, así como la forma de enviar mejores señales al mercado. En la parte positiva, la compañía continúa creciendo y mostrando síntomas de estabilidad.