Toni Comín corre como pollo sin cabeza en el marasmo en el que está envuelto Junts per Catalunya (JxCat), inmerso en el diseño de la ejecutiva del nuevo partido creado por Carles Puigdemont. Y aquí Comín parece que no cuenta. De hecho, Elsa Artadi lo eliminó del núcleo duro dirigente con el visto bueno del de Waterloo, explican fuentes conocedoras de las bambalinas posconvergentes.
Comín ha sido diputado de Ciutadans pel Canvi, después del PSC, coqueteó con los Comuns y acabó de diputado de ERC. Tras el convulso 2017, Comín se puso a la sombra de Puigdemont y abandonó de facto a los republicanos. Y fue diputado hasta su elección como europarlamentario. Comín aspira a formar parte de esta dirección, pero encuentra demasiadas trabas porque en JxCat se ha instalado eso de “Roma no paga a traidores”. Y si hay que pagar, que se lo gane.
Por eso, desde los entornos de Artadi se desliza la idea de que “si quiere tener un cargo debe ser más beligerante con Oriol Junqueras. Si lo quiere que se lo gane y ya sabe cómo”. Se puede decir más alto, pero sin duda no más claro. Si Comín quiere aspirar, y todo indica que aspira, a esa ejecutiva tendrá que afinar los dardos contra el que fue su mentor en ERC. Además, los continuos cambios de chaqueta de Comín no son un buen aval. Tampoco su gestión y sus posicionamientos políticos. "Es un tipo descontrolado, igual se le ocurre lanzar la idea de privatizar un hospital como dar apoyo a un incremento del IRPF. Hay que atarlo corto para evitar ocurrencias. Si quiere hablar ya sabe dónde hay que dar”, remachan.
Veremos si Comín, en esta precampaña, asume ese nuevo papel con el objetivo de erosionar el valor más importante de ERC, su líder Oriol Junqueras. Todo sea por un cargo.